Abre/Mirada: Il Siciliano – La postiza realidad.

Ver el documental Il Siciliano con un público compuesto por cantantes, dobles de artistas ochenteros, mujeres con platinadas extensiones y parte de la variada fauna que revoloteaba alrededor de “el rey de las pelucas”, Juan Carlos Avatte, resultó ser una actividad particularmente interesante que modificó, en parte, mi experiencia de visionado.

Quienes rieron a carcajadas en la avant premiere de la película de José Luis Sepúlveda, Carolina Adriazola y Claudio Pizarro que es la programación de Miradoc de julio, fueron justamente los que aparecían en ella como parte de la más estrafalaria, chabacana y a veces falsa corte que acompañó en una permanente fiesta al hijo de inmigrantes italianos, que comenzó recogiendo pelos en peluquerías para hacer sus pelucas hasta construir un pequeño imperio de postizos. De alguna manera, quienes fueron parte de los últimos estertores de la bohemia santiaguina a la que se debió Avatte, tal vez sin saberlo, se rieron de ellos mismos y de sus excentricidades.

Las risotadas de una audiencia que podía verse literalmente reflejada en la pantalla matizaron la percepción que tuve en relación al primer visionado de esta cuarta obra que la dupla Sepúlveda y Adriazola realiza en conjunto (a la que se unió Pizarro), en que me quedé con la sensación de que eran los directores los que se reían de su estrafalario protagonista.

Especialmente hilarante para el público-protagonista resultó la escena en que una bailarina entrada en años habitué de los encuentros sociales que organizaba Avatte, conversa en una fiesta con un supuesto cirujano plástico (que en realidad es un actor puesto expresamente por los directores al lado de otra mujer evidentemente operada) y le explica que por su trabajo necesita hacerse unos retoques para que su rostro se vea menos cansado, aunque le cuenta que en su currículum se pone diez años menos y se la creen, lo que evidentemente no es real.

La pregunta por la realidad y cuáles son los límites para llegar a captarla en su mayor intensidad, dramatismo y realismo es una inquietud que surge en el caso de Il Siliciano y en parte de la filmografía de los realizadores, creadores del Festival de Cine Social y Antisocial (FECISO) y militantes de un cine considerado de resistencia o marginal.

il siciliano

Juan Carlos Avatte, siempre bien acompañado.

El Pejesapo (2007) fue la ópera prima de Sepúlveda realizada con cámara en mano, un exiguo presupuesto y sin post producción de sonido, en la que conquistó una libertad para trabajar desprovista de contención académica y descubrió una forma de hacer las cosas diferente a lo que aprendió en las aulas. En un principio incomprendida por su estética sucia (cuando la mostraron en el Festival de Cine de Valdivia los jurados dijeron que no cumplía los estándares y que había entrado por error) y que luego lograría constituirse en un hito en la expresión de la marginalidad que incluso llegó hasta Cannes, Pejesapo es una mixtura entre ficción y realidad sobre un hombre desadaptado salido de la cárcel que en un intento fallido de suicidio se tira al río Maipo y éste lo rechaza. La intención del realizador de atrapar la realidad lo llevó a ni siquiera pedir su consentimiento a los adultos mayores pobladores que viven en la ladera del río, que probablemente nunca supieron que aparecerían en una película.

En Mitómana (2010), Sepúlveda en co-dirección con Adriazola, suman a la hibridación entre ficción y no ficción ejercicios performáticos en una estrategia fílmica extrema en que le ponen pruebas a la protagonista de la película, Yanni, (como raparse, por ejemplo), que ella no acepta, por lo que a los diez minutos de rodaje es reemplazada por una nueva actriz, Paola. La obsesión por captar la realidad y los efectos que en ella generan las pruebas, incluso desencadenó en un cambio tan radical y delirante como el reemplazo de la actriz principal.   

La búsqueda de una realidad hiperreal llevó a la dupla de realizadores en Crónica de un comité (2014) a entregarle la cámara al protagonista del documental, Gerson, el hermano del joven de 16 años Manuel Gutiérrez, asesinado durante una jornada de paro nacional por el sargento Miguel Millacura. En definitiva, el documental cambia el foco desde el cual se documenta la realidad, en este caso, desde el propio actor social que es Gerson (que, además tiene discapacidad física, por lo que su mirada será desde la altura de su silla de ruedas), logrando mostrar el proceso en que la familia del joven asesinado se va dividiendo entre el ala evangélica (su madre y su hermana) que creen en la justicia divina y el hermano, que lucha políticamente para alcanzar la justicia terrenal.

La reflexión por los límites éticos de la oferta hecha a los personajes para capturar su realidad y entrometerse en su intimidad, adquiere relevancia con Il Siciliano. El giro que da el documental desde una mirada irónica y burlona hacia un acercamiento casi afectivo a la soledad de su protagonista Juan Carlos Avatte, hace sospechar -por una parte– que los realizadores se conmovieron con un hecho sorpresivo e inesperado en su historia, dándole un tratamiento distinto al personaje que el que probablemente habían pensado darle al principio de la filmación. Y -por otra- que uno de los últimos representantes de la bohemia santiaguina, el dueño de las pelucas que llevan su nombre, pensó (o tal vez ése fue el ofrecimiento) que le harían casi un homenaje, la película de su vida. 

De otro modo es difícil explicarse cómo los realizadores lograron no sólo que el descendiente de sicilianos con aires mafiosos les abriera las puertas de su casa, les hablara con libertad sobre los servicios de un sicario, hablara a la cámara ebrio, les mostrara su entorno chabacano y kitsch, con dobles de grandes artistas y bailarinas exóticas, sino que hasta los dejara entrar en su dormitorio mientras se relacionaba sexualmente con una prostituta (el hijo de Avatte jamás había visto a su padre desnudo, hasta que vio la película). 

El personaje que pretendía ser el Hugh Hefner chileno, con sus pantalones y zapatos blancos, que hablaba machistamente de mujeres como si fueran sus autos, a lo largo de la película expresa un arco dramático que representa el registro de algo que se va extinguiendo, como es la bohemia y el propio Avatte.

Una noche en la vida de Juan Carlos Avatte.

Una noche cualquiera de Il Siciliano

Los realizadores al principio se acercaron a Avatte para hacer una ficción donde él sería el padrino de un personaje que quería salir de la pasta base para empezar a estafar con cheques, pero cuando estaban en la mitad del rodaje los otros dos actores cayeron en cana. Entonces se les ocurrió hacer un documental con Avatte, pero él era impenetrable. Por eso debieron buscarlo, capa por capa, a medida que él se iba entusiasmando. Tal vez con Avatte ocurrió lo que los realizadores llaman “derecho a encuadre”: cuando algo o alguien reclama su derecho a aparecer por el magnetismo que genera en la película.

Lo que motiva a los creadores de Il Siciliano es buscar un lenguaje, que haya distintos tipos de ellos dentro de una película, y que en el proceso de crear haya riesgo, libertad y juego. “Tratar de crear otros lenguajes también significa sacarse de encima esa autoridad estética que impone un imaginario de la belleza y de lo social, más allá de lo que han querido definir como “la nueva marginalidad. La Libertad poética”, han señalado.

La única mujer que entendía (atendía) a Avatte.

La única mujer que entendía (atendía) a Avatte.

Il siciliano logra retratar al séquito interesado que revolotea alrededor de este hombre que se define a sí mismo como “un borracho de vino y no de wisky”, que mantiene una escopeta cargada detrás de la puerta y que, luego de años de interrumpida filmación, cambió la forma en que los directores lo miraron. El montaje fue realizado a medida que iban filmando -y no después de tener todo el material- y probablemente fue variando la manera de ver a este personaje que empezó su negocio haciendo pelucas para enfrentar su propia calvicie y que construyó un pequeño imperio de postizos, como el afecto que lo rodea.

Análisis de película Il Siciliano

por Marisol Aguila Betancourt.

 

Ficha.

Dirección: Carolina Adriazola, José Luis Sepúlveda, Claudio Pizarro. 

Producción: Carolina Adriazola. 

Fotografía: José Luis Sepúlveda. 

Montaje: Carolina Adriazola, José Luis Sepúlveda, Claudio Pizarro. 

Diseño de sonido: Carolina Adriazola.

 

Afiche de Il Siciliano por Miradoc

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Trailer

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Marisol Aguila