Dos de las diez mejores películas del año recién pasado según la revista Cinema Scope, serán exhibidas de manera gratuita en la octava edición del Festival de Cine de Mujeres (Femcine), que concentra 30 largometrajes y 25 cortos dirigidos o protagonizados por ellas en tres competencias y muestras paralelas, en este único certamen cinematográfico en Chile dedicado a difundir y premiar el cine hecho por, desde y sobre mujeres.
Sabemos que la perspectiva cambia, dependiendo del lugar desde el que se cuenta una historia: quién representa y quién es representado define los modos de ver. Mirada y poder. La mirada se construye y es el poder el que la moldea. Por ello, si las mujeres no están presentes en la dirección o los guiones de un filme, ellas, sus intereses y perspectivas estarán menos representadas o derechamente ausentes de la producción cinematográfica. En definitiva, faltará su mirada en la cultura visual, como el lugar donde se crean o discuten los significados. El cine como un espacio de disputa de la mirada desde el poder.
La industria cinematográfica mundial perpetúa una discriminación profundamente arraigada y reproduce estereotipos generalizados de las mujeres y las jóvenes, en que sólo un tercio de los personajes con líneas de diálogo en las películas son mujeres. Por el contrario, cuando las películas cuentan con directoras o guionistas, la cantidad de personajes femeninos en pantalla aumenta. Se hace necesario, entonces, repensar la manera en que hombres y mujeres están representados en el cine.
Por eso es tan relevante que exista un festival que ponga el foco en la mirada de quienes están tradicionalmente ausentes en la industria cinematográfica y que en su edición 2018 exhiba películas de realizadoras mujeres que están entre las mejores del año recién pasado, como “Zama”, largometraje con el que la argentina Lucrecia Martel volvió a filmar luego de 9 años e haber realizado “Una mujer sin cabeza”.
Esta producción de nueve países es una adaptación de la novela de Antonio di Benedetti que muchos consideraban “infilmable” por la complejidad del imaginario del personaje principal que se sitúa a fines del siglo XVIII, que si bien no pierde la cabeza (como su protagonista anterior), está a punto de hacerlo por la excesiva postergación de su traslado desde las tierras paraguayas a España, donde permanece su familia a la que no ve hace ya 14 meses.
El corregidor Don Diego de Zama, es reconocido como un hombre de derecho, un letrado de la administración y pacificador de indios, que sin embargo permanece en los márgenes, como aquellos peces del río Paraná cuya imagen es una de las iniciales de la película, los que pasan la vida en vaivén, luchando porque el agua no los deje afuera, porque el agua los rechaza. El corregidor es aquel al que le retiran los muebles y se queda sin hogar mientras se define su próxima residencia, al que la dama Luciana Piñares de Luenga le da falsas esperanzas (“te mereces un beso; pero ahora no”) y el que tiene menos piso político que su subordinado Ventura Prieto, que tras una rencilla con él sí se va trasladado y con recomendaciones.
Con un diseño de sonido envolvente con música de los años cincuenta y boleros clásicos interpretados por los brasileños Indios tabajaras, una cuidada fotografía por momentos épica, Martel logra construir una atmósfera en que casi puede sentirse el calor y la humedad del ambiente y de los cuerpos, la que ella misma sintió entre tormentas y bichos cuando se fue en barco de Buenos Aires a Asunción en un largo viaje donde leyó la novela.
Ellos por ellas
“Western” es otra de las películas incluidas en lo mejor del año 2017 por la Revista especializada Cinema Scope y que es un imperdible de Femcine 8, que no cuenta historias de mujeres, sino de hombres y los distintos tipos de masculinidad que ellos ejercen. Su directora, la alemana Valeska Grisebach, narra la historia de un grupo de obreros alemanes que van a trabajar a Bulgaria, donde el jefe de la obra se relaciona con la comunidad local desde la agresividad y el machismo tradicional, mientras el protagonista lo hace desde la emotividad y la no violencia, a pesar de que fue soldado (o tal vez, justamente por eso).
Western es una interesante ficción con una mirada femenina sobre los hombres que se plasma, por un lado, en una escena clave en que el capataz agrede y acosa a una joven en un río (en un acto que para él puede ser un juego, pero que en realidad es agresión de género) y, por otro, en el vínculo afectivo que genera el protagonista con un caballo (como un cowboy en un western). Una sentida propuesta de ellas sobre ellos.
Seis meses se trasladó a vivir a las favelas Juliana Antunes, la joven directora de “Baronesa” –que también es parte de la parrilla de Femcine 8- para filmar la vida de mujeres jóvenes que viven en medio de una “guerra” de balaceras y distintos tipos de violencias. Realizada en un contexto político definido por la directora como una vuelta a la dictadura y un momento muy difícil para filmar, especialmente para las mujeres. Tras la militarización de las favelas impuesta por Michel Temer y el brutal y cobarde asesinato de Marielle Franco, habría que agregar que hoy en Brasil están en mayor riesgo las defensoras de derechos humanos y los habitantes de los cerros de Río de Janeiro.
La directora de Baronesa –nombre del lugar al cual una de las protagonistas espera irse para alejarse de la “guerra” de las favelas- debió pedir “autorización” a los maridos de las mujeres (que estaban en la cárcel) para poder grabarlas, en esta cruda mixtura entre documental y ficción, que tiene tanto escenas sin intervención como otras que fueron ensayadas muchas veces y donde las dotes actorales de Andreia, una de las actrices no profesionales, quedan más que en evidencia.
La preocupación de Juliana por la violencia no se concentra sólo en la de las armas, sino en la sexual y en tratar de descubrir su origen. En la dura escena (real, no ficcionada como alguna de las otras) en que el hijo mayor de una de las mujeres agrede sexualmente a su hermano menor, Andreia (la protagonista) sostiene que si un niño agredió a uno más pequeño, es porque él mismo fue agredido. Juliana Antunes, que compartió la cotidianeidad con estas mujeres por medio año hasta considerarlas sus amigas, cuida a sus personajes y trata con cariño a los niños, en un fuera de campo donde sólo se escuchan los regaños de las mujeres a los pequeños y del cual se deduce el abuso.
Diversidad coral
“Hoy partido a las 3”, de la joven realizadora argentina Clarisa Navas, es una película de ficción sobre un equipo femenino de fútbol en el nordeste argentino que con frescura, humor y un ritmo ágil, revisa la situación de los clubes de fútbol amateur de provincia, aborda la diversidad sexual y las formas de seducción entre mujeres y se ríe del populismo de los candidatos políticos, que arman campeonatos de fútbol en plena campaña en busca del voto fácil. La realizadora de Corrientes que ha desarrollado, principalmente, documentales y algunas ficciones (y que aparece en la película con un pequeño personaje), en este relato coral de historias de las distintas jugadoras de fútbol pone en escena a actrices no profesionales que debieron realizar un entrenamiento actoral para este largometraje.
También son mujeres las protagonistas del documental “Las cinéphilas”, del que su directora, la argentina María Álvarez, dijo en su estreno en el BAFICI del año pasado que era una proyección de sí misma cuando llegara a la tercera edad. Entrañables ancianas de España, Argentina y Uruguay son cinéfilas y con el tiempo libre que les deja ya haber terminado su etapa de productividad laboral y haber criado hijos y hecho familia, hacen del cine su mejor compañero de todos los días en su tiempo para sí mismas. Asiduas a festivales de cine y a antiguas salas de espacios en extinción, estas mujeres sensibles y entrañables nos transmiten su infinitivo amor por el cine y nos hacen imaginar, al igual que a su directora, cómo probablemente seremos en unos años más.
Sin bien no hay una sola manera en que las mujeres hacen cine y son múltiples sus intereses y las temáticas que ellas abordan, cuando las películas son realizadas por directoras con una visión crítica del stablishment y el orden tradicional comienza a aparecer una mirada generalmente invisibilizada en los filmes tradicionalmente realizados por hombres, que siguen siendo la mayoría. El cine de mujer aparece, entonces, como un contracine donde el cuerpo de ellas es un territorio en disputa. Y en Femcine 8 el público podrá tener acceso privilegiado y de manera gratuita a esa otra mirada que exige su espacio y que es la visión de, ni más ni menos, la mitad de la población.