
Los paraderos en El Viaje Espacial son pequeños escenarios donde, quienes están ahí, exponen sus contextos, ideas, pensamientos, miedos y deseos mientras esperan el transporte a un destino que es incierto para nosotros pero anhelado para ellos. Un purgatorio a pequeña escala.
En la Biblia, el Purgatorio es el lugar, no físico, sino que de expiación y purificación de las culpas que todos deben atravesar antes de ir al infierno del que no se puede salir, o al cielo tan anhelado. El purgatorio es la espera final, donde todo lo que hemos hecho se expone ante nosotros.
Los paraderos en El Viaje Espacial son pequeños escenarios donde, quienes están ahí, exponen sus contextos, ideas, pensamientos, miedos y deseos mientras esperan el transporte a un destino que es incierto para nosotros pero anhelado para ellos. Un purgatorio a pequeña escala.
¿Y qué se devela en estos espacios de tránsito? Es en ellos donde se ubica la reflexión de sus creadores Carlos Araya Díaz y María Paz González, a propósito del argumento que propone el documental: los paraderos son espacios democráticos de la espera (todos están ahí, aguantando) pero no todos esperan lo mismo.
Una micro hacia una comuna desconocida, un transporte represivo en medio de una marcha, todo esto en medio de diálogos sobre un fenómeno nacional que por mucho tiempo que circula en el habla diaria de los chilenos: los extranjeros. Irónicamente, personajes que salieron de un lugar, esperaron llegar aquí, para ser parte de la perseverancia callejera diaria.
Con el tiempo, el documental comienza a tomar los relatos de los “pasajeros en espera” referentes a los extranjeros como eje narrativo de su discurso. La discriminación y el descontento son constantes, pero también la incomunicación (la turista alemana y el hombre que no habla nada de inglés), son ejemplos de creencias colectivas, pensamientos ignorantes pero también silenciados. Aquí, la discriminación puede verse como un tipo de pecado, que se expone en este purgatorio a la espera de la expiación de esa parte de la población que piensa y siente de esa forma.
El gran acierto en los registros, además de lo sonoro al rescatar los diálogos, está en encuadrar los espacios en los diferentes paraderos del país. Es una fotografía social y territorial, una mirada hacia un momento que se repite insistentemente a lo largo del país, para mostrarnos que todos permanecemos, con lo que pensamos y expresamos.
El Viaje Espacial aparece en un momento casi irónico para verse. Estamos en una pandemia, estancados en nuestros espacios, a la espera un vehículo que nos permita volver a movernos en el exterior. También, en nuestro contexto político-social, vivimos resistiendo las ansias de un cambio constitucional que, nos promete(mos), comenzaría a cambiar aspectos primordiales de nuestra sociedad, cansada y aburrida de esperar mejoras por tantos años.
Quizás, el transporte que nos recoja en ese purgatorio donde estuvimos tanto tiempo, sólo nos lleve a otra parada. A seguir purificándonos, para así algún día, por tomar la última micro.