
Gracias a la presencia de personajes más jóvenes y ruidosos, se va construyendo la personalidad de las mujeres protagonistas. Pero también es un decisivo ingrediente de las piezas argumentales, algo que forma parte de la pluma cinematográfica de Alberdi: las cosas.
En Las Peluqueras aparecen dos elementos que serán parte de la narrativa de Maite Alberdi en sus futuros trabajos (La Once, Los Niños y El Agente Topo): la cámara atenta a los rostros de los personajes cuando otro dice o hace algo, y la insistencia atenta por los detalles, objetos y artículos que construyen a los protagonistas de sus filmes.
La señora Ana Luisa tiene una pequeña peluquería en la entrada de su casa, la que es mayormente atendida por María del Tránsito González, o “Tato”. Ambas pasan el día entre teleseries, pelambres con vecinas del lugar, y uno que otro cliente perdido preguntando por el precio del corte para hombre. El caso es que Ana Luisa sólo atiende a mujeres.
La cámara dispuesta por Alberdi se encarga de enmarcar la rutina de las señoras, un día a día bastante estático, que sólo es interrumpido con la propuesta de hacer publicidad de la peluquería para así atraer a más clientela. Algo que, a regañadientes, acepta estoica la señora Ana Luisa, quien termina por entregar volantes en las cercanías de su hogar.
Gracias a la presencia de personajes más jóvenes y ruidosos, se va construyendo la personalidad de las mujeres protagonistas. Pero también es un decisivo ingrediente de las piezas argumentales, algo que forma parte de la pluma cinematográfica de Alberdi: las cosas. Los materiales en la filmografía de la directora, son herramientas que utiliza para construir en pantalla a los personajes retratados. Las revistas antiguas que esperan ser abiertas para la inspiración de un peinado, contrastan con la irrupción de volantes que buscan convocar a nuestras clientas, que como es de esperar, traigan nuevas ideas.
Además, lo material convive con su manipulación. En este caso, y como sucederá después con La Once, son mujeres mayores y sus manos las que protagonizan los planos detalles. No es sólo la rutina frente al lente que nos habla de los personajes, sino que también serán esas manos al tomar un pinche las que nos cuentan el paso del tiempo.