
Maite Alberdi en Los Trapecistas revisa el ambiente. El colegio, el circo y los terrenos donde se instalan, los hogares y sus espacios, para comprender en el encierro la rutina de los personajes. Los niños protagonistas son como animales en su hábitat natural y en cautiverio, comportamientos distintos según el ecosistema.
Moisés “Piñón” Garrido y Rolando “Castaña” Garrido son dos niños que llevan su corta vida entre el colegio y su casa, el circo. De personalidades distintas, ambos comparten oficios y ejercicios diarios similares: jugar a la pelota, hacer o no sus tareas, maquillarse para el show, preparar sus vestuarios, y todas esas pequeñas rutinas que Maite Alberdi plasma en un documental de casi 24 minutos, donde la observación y montaje hacen de Los Trapecistas una obra pequeña pero noble.
Mientras “Castaña” es dedicado y atento en el colegio con sus tareas, “Piñón” lleva el circo a la sala y sólo quiere entretenerse. Son dos formas de vivir, que incluso pueden leerse como reflejos de la vida adulta, cuando la pega se lleva a la casa y la casa se lleva a la pega.
Si bien los miembros de un circo hacen de la carpa su hogar y trabajo, el terreno siempre es distinto. Eso, se puede deducir, hace que el apego a los demás y a los espacios sea pasajero. ¿Cómo es, entonces, para niños en plena etapa escolar de atención y concentración, vivir en movimiento? Una escena refleja de manera clara lo que Alberdi busca retratar en la vida de “Castaña” y “Piñón”: cuando el más pequeño observa, desde el interior de su nueva casa, afirmado en la reja que da hacia la calle, a otros niños jugar con la pelota. ¿Qué piensa él de los otros? Sobre todo, sabiendo que en varias escenas anteriores a esa, los protagonistas jugaban con el balón frente a un muro o un camión que les servía como compañero de pichanga.
Maite Alberdi en Los Trapecistas revisa el ambiente. El colegio, el circo y los terrenos donde se instalan, y los hogares y sus espacios, para comprender en el encierro la rutina de los personajes. Los niños protagonistas son como animales, respectivamente, en su hábitat natural y en cautiverio, comportamientos distintos según lo dicte el ecosistema. La observación de cómo los seres se mueven en sus espacios, definitivamente, va a ser algo que se verá en los trabajos posteriores de Alberdi.