“Con todos esos ingredientes puestos en la mesa, Ant Man and The Wasp arma una historia correcta y amena que se sigue con facilidad, independiente de cuan cercano/lejano se encuentre, el espectador, del universo cinemático que esta entrega hábilmente logra hacer encajar.”
Deben ser unas cinco o seis las veces las que Scott Lang (Paul Rudd) se declara completamente aturdido por lo que sus compañeros insisten e insisten en discutir. Porque Henry Pym (Michael Douglas) y su hija, Hope (Evangeline Lily) se toman mucho tiempo de esta nueva Ant Man argumentando cómo poder hacer, de la mejor manera posible, todo lo que deben llevar a cabo: desde rescatar a la madre/esposa hasta evaluar detenidamente todos los pasos a seguir en cada procedimiento que deben poner en marcha.
En otro momento, y bajo otra circunstancia, otro personaje, el teniente Woo (Randall Park), se toma la molestia de explicarle a la hija de Scott (Abby Ryder) cuál es el motivo de que el protagonista, su padre, se encuentre preso en casa bajo libertad condicional. El detective arma un relato altamente pormenorizado –que le toma algo así como tres minutos y medio– donde da cuenta íntegramente del modus operandi de la captura y de las condiciones a las que se expone el acusado por haber quebrantado la ley. Lo chistoso de esto sería eso de darse el tiempo de explicarle a una niña –ingenua– un procedimiento que excede lo que ella puede y debe saber sobre el mundo. Porque algunas veces hablar de más justamente lo transforma a uno en chiste.
En fin. Ambos casos nos permiten entender una reflexión interesante que propone Ant Man: en qué medida la información sobre los pormenores de la trama pueden ser, simultáneamente, antecedentes necesarios y datos desechables. Es decir, toda verborrea científica puede ser la puerta de entrada hacia la justificación de las acciones de los personajes. Aun cuando, si la pasamos por alto, la verdad es que no nos perdemos de nada. Esta paradoja, insistida por el personaje principal y sostenida por quienes lo acompañan, podría ser la gran –sino la única– vuelta de tuerca de la última apuesta del Marvel Cinematic Universe.

Ant Man and The Wasp, el más reciente estreno en Chile.
En esta ocasión, Ant Man personaje principal se encuentra, como decíamos, encarcelado en su hogar por razones que nos remiten a películas anteriores del universo. Sin embargo, por otras razones no menores –esta vez, propias del desarrollo de la trama– debe vérselas con dos amigos malas influencias que juró no ver. Es cuando aparecen en escena Dr. Pym y su hija. De ahí en adelante, los tres deberán vérselas con mafiosos, villanos y científicos que anhelan su laboratorio portátil, que se agiganta o empequeñece por control remoto. Mientras tanto, un cierto tipo de “conexión” que Scott descubre en sus sueños, lo emparenta con la madre/esposa que sus dos colegas buscan frenéticamente. El tema, cabe señalar, pinta difícil: para rescatarla desde dónde está –el Mundo Cuántico– es necesario dirigirse a un universo al que sólo se accede si se cuenta con la tecnología para hacerlo. Material relativamente disponible gracias la posibilidad de hacer negocios con sujetos truchos y siempre sospechosos.
Con todos esos ingredientes puestos en la mesa, Ant Man and The Wasp arma una historia correcta y amena que se sigue con facilidad, independiente de cuan cercano/lejano se encuentre, el espectador, del universo cinemático que esta entrega hábilmente logra hacer encajar. Porque mezcla equilibradamente chistes, acción y explosión. El tema es que llevamos 19 películas viendo lo mismo y no sería para nada descabellado ver o escuchar alguna voz disidente o algún cansancio legítimamente disconforme.

Ant Man y La Avispa.
Por lo tanto, poner el foco en ese intento auto-reflexivo sobre los usos del decir podría ser un salvoconducto necesario: porque precisamente Ant Man and The Wasp y quienes la hicieron están conscientes que su supervivencia se juega en la medida de que sean siempre capaces de innovar haciendo lo mismo. Una paradoja que permite, afortunadamente, germinar otra paradoja: aquella capaz de transmitirnos la idea de que lo que los personajes dicen no importa tanto. Porque lo que decimos, efectivamente, tal vez no importa tanto. O sólo importa siempre y cuando podamos ponerle la atención suficiente a una San Francisco bastante instagrameable o a una puesta en escena que, a la larga, nos termina remarcando los momentos cuando sí debemos hacerlo.
Mientras tanto, mientras nos tiramos de los pelos estirando el chicle de lo que podemos encontrar en una película como esta, Marvel nos tranquiliza entroncando esta entrega en su universo a través de ese eterno coitus interruptus que significa quedarse esperando escenas después de los créditos (post credit scene). Como si las películas no se terminaran cuando se terminaran. O como si no tuviéramos otras cosas más importantes que hacer: como, por ejemplo, comentar de qué forma esta película le afecta (o no) a los Avengers.

Ant Man and The Wasp Post Credit Scene
Efectivamente, desde esta perspectiva, Ant Man and The Wasp es una película grata aunque humilde. Una antesala, un corolario para esperar, con todas las fanfarrias posibles, el final de una saga que es tal vez como esas bandas maravillosas e incombustibles que de tanto girar por despedidas se olvidaron de disolverse.
Análisis de Ant Man and The Wasp de Claudio Herrera.
Ficha.
Ant Man and The Wasp (2018, 125 mins.) Peyton Reed, Estados Unidos
Paul Rudd, Evaneline Lily, Michael Douglas, Hannah John-Kamen, Michael Peña.
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