Capitana Marvel es una película muy interesante pero que se pone demasiado al servicio de todo aquello que le debiese suceder después de ella.
Hay muchas buenas películas para las cuales resulta difícil no ser entendidas a partir de una secuela mayor que las engloba. Antes que historias independientes, sus tramas terminan ocupando un lugar más dentro de una Gran Historia que necesita llenar los vacíos que dejan los caminos que recorre.
En estricto rigor, es bastante posible que una película como Capitana Marvel responda, sin quererlo demasiado, al interés de tapar los hoyos de una narración ajena. En verdad, ¿Es posible enajenarse del universo de la cual esta historia es, a fin de cuentas, sólo un segmento más? Es difícil abstraerse de esta cuestión durante una película como esta.
En cierto sentido, estas películas-capítulos –por ponerles un nombre– presentan tanto ventajas como debilidades por la misma razón. Por un lado, son antecedentes de cosas más grandes. Cuestión que implica asumir que sus universos son puntuales y acotados por mucho que logren y apuesten por extenderse en su misma narración. Por otro lado, y por suerte, también son puertas de entrada desde las cuales es posible pensar y situar la historia de la que forman parte.
El tema es que, por mucho que Capitana Marvel desee plantearse como una historia de mérito propio, a menudo no es capaz de convertirse en aquello que quiere ser. Precisamente porque, en este caso puntual, siempre queda la sensación que es más importante lo que vendrá después: ya sea la gran apuesta que supone Avengers: Endgame o el enigma que suponen las secuencias al final de los créditos. Que a ratos parecieran concitar más la atención que la película en sí (es ahí cuando uno se pregunta por cuál es el favor que se le hace a una película poniéndola al servicio de otra).
En otras palabras, Capitana Marvel es la pieza de un rompecabezas antes que un rompecabezas propio. Este fenómeno inmediatamente sugiere el problema de la relevancia, ¿Nos importa Capitana Marvel porque es Capitana Marvel o porque es parte del Universo que tiende a completar? O incluso, ¿Debiera importarnos un sub-producto por sí mismo? Da la sensación de que la película, independiente de sus méritos, no termina de escapar de esta encrucijada. A pesar de que, efectivamente, sí proponga un súper héroe que pueda sustentar una narración completa.
Veamos por qué.
Sabemos de la protagonista, Vers (Brie Larson), porque se nos introduce a partir de un flashback inconexo y descontextualizado. Es un recurso que aparece constantemente y que articulará la modalidad narrativa en el primer tramo desde una operación que irá jugando, de hecho, con el misterio: uno expresado en la reconstrucción de una historia a partir de las pistas que dejan los pedazos de narración perdidos en la mente de la protagonista. También nos enteramos que Vers es extra-terrestre, que se encuentra bajo un régimen de entrenamiento comandado por un tutor, Yon-Rogg (Jude Law), y se le encomienda una misión en su calidad de miembro de un escuadrón especial. Vers, entonces, vive el presente: es una mujer cuya historia, a efectos de lo que va pasando, no nos debería importar demasiado. Es otra mujer cuya historia, al parecer, han hecho que no nos importe demasiado. Metáfora ingeniosa del presentismo contemporáneo, la tarea de Vers a lo largo de la trama implica, para bien o para mal, la resolución o el esclarecimiento de las razones su origen, del porqué de sus recuerdos brumosos y el origen de su aterrizaje forzoso en un Blockbuster del planeta Tierra en medio de los ’90.
Entre tanto, aparecerán villanos imprecisos pero letales, persecuciones apresuradas aunque repetitivas, y una debacle planetaria que reorientará de una manera eficaz el sentido de la lucha que la protagonista tiene la convicción de seguir por las razones incorrectas. Algo así como el tránsito del personaje hacia la emancipación, a propósito de recuperar la propia historia y la conciencia que implica saberse, en el fondo, oprimida por la amnesia o por la falta de un sentido, oculto por la vivencia de la inmediatez del presente.
En este sentido, Capitana Marvel se constituye en una interesante reflexión sobre el peso de la historia o de su ausencia, pero también sobre otro tema contingente y abordado con sutileza, que tiene que ver con que su lugar en tanto sujeto se encuentra subordinado al mandato del hombre-mentor. Esa dinámica, vigente desde mucho tiempo en la dinámica aprendiz-maestro, tiene tintes que también, en este contexto, huelen a opresión y asfixia. El antagonismo hacia la protagonista, entonces, es quien se encarga de atraparla en una dinámica que no permite el crecimiento, el re-conocimiento y la adquisición de consciencia: albo así como la real ponderación de los méritos y limitaciones.
Todo esto se adereza con una puesta en escena que escupe memorabilia noventera en la cara del espectador sin ningún empacho. Al fin y al cabo, ¿Es tan necesario colocar en el plano un póster con los discos de la época para hacernos entender que estamos en dicha época? Lo que Capitana Marvel ostenta en cuidado narrativo, lo pierde en la desfachatez con que la referencia a los noventa se ocupa contextualmente en el desarrollo de la trama.
Ahora bien, aun cuando la película efectivamente se mantiene capaz de poder sostener un personaje femenino que no había sido abordado del todo por la franquicia multimillonaria (Black Widow sigue siendo todavía un secundario sin origen), lamentablemente sigue estando pensada como un lugar en una sucesión, lo que diluye las ambiciones de una película eficiente, articulada y con una reflexión sugerente en torno a la tragedia del tipo de héroes que se representa aquí. Porque, al menos desde acá, suena demasiado a boicot ese elemento “final” que pareciera ser más atractivo al final de la película.
Volviendo a eso, la referencia a Avengers: Endgame o a la pieza faltante del MCU hace pensar en la imposibilidad de terminar una película sin estar pensando en la siguiente. Porque la atmósfera alrededor de la película –y no de la película en sí– es asfixiante y un poco ansiosa en la medida que Marvel no se detiene ni se cansa en anunciar todo el tiempo lo inevitable. Lo que al cabo tiende, por mucho que estemos o no dispuestos a tolerarlo, irremediablemente a perder el foco.
En suma, Capitana Marvel es una película muy interesante pero que se pone demasiado al servicio de todo aquello que le debiese suceder después de ella. Y ahí, lamentablemente, corre con menor suerte que la de su homóloga Mujer Maravilla (2017), una película que tuvo el mérito de volverse (y a la que dejaron ser) relevante, al tiempo que no depender de ninguna otra. Y de ningún otro.
Reseña de Capitana Marvel
Capitana Marvel (Captain Marvel) Anna Boden, Ryan Fleck
Brie Larson, Samuel L. Jackson, Jude Law, Ben Mendelsohn, Annette Bening