Reseña: Druk (Another Round) – Adulto Joven

Sin dejar de lado esa posición sobria y contenida que tal vez se vincule al estereotipo de su origen nacional escandinavo, Druk es tal vez la película más convencional de Vinterberg. Ese dato, que podría sonar fallido en la filmografía de otro director, acá es un sorpresivo punto a favor.

Respecto de la última película de Thomas Vinterberg, hay que partir tomando en cuenta que el espacio que privilegia como centro de la acción dramática es, ni más ni menos, que una escuela secundaria. Y que sus protagonistas son todos profesores con sentimientos ambivalentes respecto del quehacer que desempeñan y su sentido más profundo. Es interesante, desde este punto de vista, digamos, escolar, que los docentes de cuya crisis tendremos novedades, tengan un rol socialmente legitimado –aceptado y aceptable–, que autoriza lo que dicen enseñar, pero que también los coloca en un, a veces incómodo, lugar intermedio; en la medida que el sistema escolar que los contrata es una bisagra entre la domesticidad familiar y la pretensión de sociabilidad que los estudiantes desarrollan en las aulas. En otras palabras, dicho lugar los entiende como sujetos autorizados a producir aprendizajes, al tiempo que los invita a convivir con sujetos de quienes los distancia una brecha que no sólo es generacional, sino que tiene raíces culturales opuestas y disímiles.

Dentro del film, y para los cuatro personajes que se reúnen para celebrar un cumpleaños, la adolescencia del estudiantado los interpela al restregarles en la cara, de forma indiscriminada, el divino tesoro que constituye la lozanía que ellos perdieron, y que los encuentra hoy en día en su condición adulta más prosaica. Esa cuyo único destino –avizoran anquilosados a un rol tallado en piedra– está en enseñarles las cosas a quienes las pondrán en práctica con todo el éxito que eso proyecta en sus auras, mientras ellos, los docentes taciturnos, ven pasar a jóvenes cuyo potencial, también sospechan, ellos mismos malgastaron sin saberlo. Para una película como Druk (Another Round), esta dinámica generacional no sólo es el punto de partida de su prólogo –una carrera atolondrada de jóvenes borrachos a la orilla de un lago– sino que es también el escenario que invoca el conflicto que se dedicará a explorar con frescura y tino.

Resulta curioso, a estas alturas del partido, la elección de Vinterberg –director post Dogma 95– por el tono y la problemática expuesta en su película. Para un tipo habitualmente acostumbrado al escudriñamiento social inmisericorde, ver a tipos pasándolo bien de manera desvergonzada, juguetona, y a veces hasta cándida, parece un atentado contra su naturaleza narrativa típica, más bien displicente y atrincherada en el cinismo. Este giro puntual, sin embargo, abandona el sarcasmo pero no el absurdo: que en esta película aparece reposado, comedido, como si el mismo director hubiese entrado en ese momento, a veces tedioso, que augura la parsimonia de la adultez. Esta decisión, claramente, lo acerca a decisiones formales más narrativas –los diálogos movilizan intenciones que permiten articular causalmente lo que sucederá, o menos efectistas y descarnadas, que en esta película de hecho se sienten balanceadas al hacerse cargo de presentar con consistencia la historia que deciden contar. Sin dejar de lado esa posición sobria y contenida que tal vez se vincule al estereotipo de su origen nacional escandinavo, Druk es tal vez la película más convencional de Vinterberg. Ese dato, que podría sonar fallido en la filmografía de otro director, acá es un sorpresivo punto a favor.

El asunto que se exponía más arriba, la ambivalencia generacional al interior de la escuela, es el punto de partida para pensar el quid de la cuestión desde dos mecanismos complementarios: el primero alude a la jugarreta-experimento que el equipo de profesores decide implementar, a saber, una aventura en la que intentarán corroborar el efecto que tiene el consumo de alcohol en embellecer y aderezar la función pedagógica y la vida cotidiana en general. Algo así como investigar la forma en que la decisión de “achispar” sus vidas incide en lo que ven como truncado. El segundo, es el papel protagónico o centralizador que esta tarea tiene en la figura de Martin (Mads Mikkelsen), el educador de quien tenemos más datos y a quien acompañaremos con mayor profundidad en el acercamiento a los efectos del desafío en su mundo profesional y privado. A través de los ojos de este personaje, entonces, conoceremos la manera en que este coqueteo con el riesgo vigoriza existencias sumidas en una pretendida monotonía que es, tal vez, la manera en que han llegado a pensar las existencias sosegadas, eficientes, contemplativas y estables que en algún momento también pudieron anhelar con mayor o menor ahínco.

En consecuencia, la propuesta de Druk acierta en un nivel formal –se siente acompasada, narrativamente fluida, y logra encontrar una manera simple pero inteligente de usar los intertítulos–, pero más que nada en el temático: ya que explora una adultez anquilosada y nostálgica de un ritmo que no puede alcanzar a llevar, pero también en los mandatos que clausuran socialmente esta posibilidad en quienes la ven como urgente. Particularmente, desde el lugar que tiene el alcohol en la vida de los adultos y la cultura escandinava en particular: antídoto compensador de los ripios sociales, movilizador de euforias diluidas o agazapadas bajo el disfraz del adulto funcional, quimera riesgosa con la cual nos relacionamos de manera ambivalente. 

Al mismo tiempo, al juguetear con la necesidad de racionalizar el consumo de alcohol a propósito de la excusa que se disimula desde la “broma científica” que encarna el juego colectivo, el director pone en el tapete la exploración de una masculinidad titubeante y que, tal vez de manera instintiva, no abandona la necesidad de buscar estimulaciones que equiparen el poder de la virilidad, el atractivo de la potencia, o el fulgor de la frescura. Vinterberg, entonces, no hace una película conservadora, sino que se acerca a la forma que cuatro hombres tienen de lidiar con una alquimia que ven de lejos y que, desde cierta huella contingentemente pensada como herida, los hace conscientes de las hipocresías en las que han vivido sostenidos de manera voluntaria, y tal vez les enseña que hacer lo mismo de siempre es, al fin y al cabo, un arte sosegado o una forma no explorada de cambiar sin desplazarse.

 

Druk (Another Round)

Director: Thomas Vinterberg

Guion: Tobias Lindholm, Thomas Vinterberg

Fotografía: Sturla Brandth Grøvlen 

Elenco: Mads Mikkelsen, Thomas Bo Larsen, Magnus Millang, Lars Ranthe, Susse Wold, Maria Bonnevie

ClaudioSH

Claudio es psicólogo. No se encuentra mucho en eso de ser cinéfilo. Ni menos, amante del cine: ve películas porque está acostumbrado, porque no es demasiado caro y porque, tal vez, fue lo único que se le ocurrió hacer con el tiempo que le queda disponible.