
Finalmente, El Agente Topo traspasa las líneas enemigas de un conflicto social y generacional que Alberdi viene trabajando hace años y que en esta película se vuelve más crítico, más confrontacional, a la vez que sensible, inteligente y hábil de plasmar.
El cine de espías es uno de los géneros más antiguos de la historia del cine. Desde los más populares e importantes directores, hasta las producciones más hollywoodenses, todos se han involucrado en las historias de un agente secreto con una misión de vida o muerte. A estas alturas puede uno encontrar elementos típicos de este género, como, por ejemplo, el momento en que el espía o topo, se involucra tanto en su misión, que se hace invisible la línea que separa el involucramiento por encargo con su mundo emocional.
El Agente Topo, la nueva película de la directora chilena Maite Alberdi (La Once, Los Niños) cumple con la pauta, el molde de una típica cinta de espionaje. Pero más allá de lo interesante que es ver una producción de género en el cine chileno (muy poco asiduo a historias moldeadas), el infiltrado de Alberdi explora problemas recurrentes en su filmografía: la relación que establecemos con los adultos mayores y cómo los percibimos.
A diferencia de La Once o Los Niños, los documentales directamente anteriores a El Agente Topo, Maite Alberdi realiza una especie de montaje que luego filmará como documental: Don Sergio es un hombre de más de ochenta años, recientemente viudo, que ingresa a un hogar de ancianos, no sólo como un residente, sino que como un Topo, un agente a contrata que deberá informar, documentar, y por lo mismo observar lo que sucede al interior del recinto, ya que existe la inquietud de que una residente estaría siendo mal tratada o mal cuidada en el hogar. La figura del Topo es una táctica que surge por parte de la hija de la anciana en cuestión, junto con un detective privado que contrata a Don Sergio como el agente secreto.
Desde la premisa y a medida que se desarrolla la historia, se exhibe una problemática que plantea la directora: la vejez es algo con lo que debemos lidiar. La utilización de un espía establece que la situación (particular y general) es una batalla, un conflicto, una guerra fría en donde se utilizan las “armas” necesarias para combatir. James Bond es un arma del Servicio Secreto Británico.
Este “conflicto”, más allá de lo puntual por lo que ingresa Don Sergio, está en otros aspectos que también sobrepasan lo particular: no poder establecer una comunicación. Al colocar la vejez o a los adultos mayores como seres con los que no podemos “comunicarnos”, no hay diálogo, por lo que en teoría se necesitaría un personaje “que hable el mismo idioma”.
A partir de esto, Maite y, en palabras del protagonista, “el problema se puede resolver visitando”, o sea, observando, comprendiendo y comunicando. Algo que también podría analizarse, e incluso, justificar la figura del Topo como el (único) medio, código y canal para establecer la comunicación entre el emisor y receptor que ya no saben cómo dialogar.
Maite Alberdi también es hábil en mostrar las costuras de esta táctica de guerra al mostrarse ella misma (junto con su equipo) frente a la cámara y a la hija de Don Sergio: transparenta y comunica sus intenciones para evitar que la problemática no se dirija hacia ella.
Finalmente, El Agente Topo traspasa las líneas enemigas de un conflicto social y generacional que Alberdi viene trabajando hace años y que en esta película se vuelve más crítico, más confrontacional, a la vez que sensible, inteligente y hábil de plasmar.