El estreno –con su secuencialidad de pieza musical u ópera clásica– podría ser un certero spin-off de lo último de Pawel Pawlikowski, una versión teatralizada de Oh Boy, (2012), pequeña gran película del alemán Jan Ole Gerster, o incluso la antípoda de Ella es Cristina (2019), la reciente película de Gonzalo Maza.
Alejandro Fernández Almendras se ha convertido un director bastante conocido por Huacho (2009) y Aquí no ha pasado nada (2016), dos películas antagónicas aunque parecidas en lo mismo: ese aire costumbrista de dos mundos paralelos que parten a Chile en dos. O tal vez en cuatro: centro-periferia y campo-ciudad son tal vez los verdaderos puntos cardinales de la geografía latente de la segregación local. El asunto es que dichas películas, ocurrentes y aplaudidas, con el tiempo han destellado lo suficiente como para opacar todo lo que un director puede decir más allá de lo que sugieren o critican. Es un poco el problema del reconocimiento, la visibilidad, el éxito creativo o la legitimación mediática de la sensibilidad autoral: la cuestión de sentir que después de crear algo uno queda preso, precisamente, de aquello que ya hizo.
El estreno, desde esta perspectiva, es un completo rara avis, de un director que hace unos años quizá también lo era. Co-producción entre países inusualmente en colaboración, estrenada en un festival surcoreano, hablada íntegramente en checo, la película aparentemente vuelve al interés original de Fernández Almendras por la provincia y sus paisajes. Filmados, para esta ocasión, de manera acompasada, con un sonido estruendoso (y molesto por lo mismo), y acompañando planos que rebosan una elegancia y expresividad emotiva a partir de ubicación estratégica de la luz –rutilante aquí el director de fotografía, Inti Briones. Al mismo tiempo, su tonalidad se encuentra articulada a partir de escalas de grises y negruras opacas que exhiben la sobriedad de territorios recónditos, almidonados por la nieve estacional de la Europa post-soviética. En ese sentido, con todo lo que sugiere esta puesta en escena, El estreno –y su secuencialidad de pieza musical u ópera clásica– podría ser un certero spin-off de lo último de Pawel Pawlikowski, una versión teatralizada de Oh Boy, (2012) pequeña gran película del alemán Jan Ole Gerster, o incluso la antípoda de Ella es Cristina (2019), la reciente película de Gonzalo Maza en donde el punto de vista no estaba en quienes se ufanaban todo el tiempo de la extensión su petulancia, sino que en esas otras personajes quienes a menudo se obligaban a bancársela.

Lo cierto es que, antecedentes aparte, la narración gira en torno a las desventuras de Petr Čapek (Jirí Mádl), dramaturgo y director checo que adapta una versión de Fedra en un teatro local lejos de Praga, pero cercano a Brno, aquella localidad donde nació otro checo, Milan Kundera. La película se divide en el número de partes que componen el proceso que va desde el ensayo hasta la primera exhibición del montaje, además de las circunstancias que ocurren entre cada acto y que ciertamente salen de la puesta en escena que el director majaderamente se va a encargar de mantener en pie. Pase lo que pase.
Existen tres asuntos que dan consistencia al relato de la tragedia mínima de Petr, colérico personaje que, por lo demás, irá depurando una denodada animadversión hacia su persona por parte del espectador. En primer lugar, los asuntos propiamente de pareja, en la medida que el protagonista debe lidiar con cuestiones convencionales pero para él inadmisibles: en el fondo, soportar a maltraer la vida independiente de su pareja, sin adjudicarle a nadie desde ahí alguna posibilidad de competencia. Al mismo tiempo, y en el mismo tono, el personaje lidia con la responsabilzación de sus deberes parentales, cuestión que administra con torpeza y desfachatez, y que el director filma con cierta ironía incómoda. Y finalmente, el desafío por materializar su intuición creativa; cuestión que, a veces, él piensa, lo consume lo suficiente como para tener la opción de desatender sin culpa todo lo anterior. Es interesante que Fernández Almendras hable de todo esto a través de personajes que hablan un idioma tan lejano a la lengua que hablamos, precisamente porque esa alienación idiomática de conflictos tan habituales permite mirarlos sin estar demasiado condicionados por los usos culturales que habríamos tenido si el conflicto hubiese estado imbricado con lo que sucede con una pareja chilena en vías de separación. Es un ejercicio de interpelación que invita a mirar todo lo que vemos habitualmente donde residimos –las mezquindades, los excesos, los juegos de poder– pero que aquí aparece disfrazado de conflicto externo para que así no nos quedemos sólo con las típicas determinaciones culturales que a menudo solemos usar para justificar a uno u a otro, o para no mirar lo que tal vez se reproduce sin pensar que se lo hace.

En ese sentido, El estreno es una oportunidad para adentrarse en el modo en que se construyen y desbaratan las relaciones, y para ahí también ver cómo nos entendimos y nos desentendimos con quienes decimos querer o a veces despreciar. Pero también, y sobre todo, es un relato sobrio e implacable –quizá el sello de Fernández Almendras no ha cambiado demasiado– sobre lo que implica, literalmente, dar el alma por la pasión creativa.
Reseña de El Estreno
El estreno (HRA) (2018, 94 mins.) Alejandro Fernández Almendras, Chile-República Checa
Elizabeta Maximová, Jirí Mádl, Darina Niková, Marika Soposká
