Reseña: It, capítulo 2 – La fatídica necesidad de darle en el gusto a todos

It: capítulo 2 se vuelve una película enajenada, que a veces olvida su libertad creativa, y que cae en el abismo sin fondo de hacerle caso a quienes le sugieren como ser.

Existen no pocas ocasiones en que películas como esta deben encontrarse, de frentón, con la tarea, a todas luces excesiva, de satisfacer expectativas. En el caso de It: capítulo 2, primero que todo, hacer justicia a la novela que la inspira (fenómeno de culto de un escritor tardíamente reconocido que supera las 1000 páginas). Pero también, asumir la tarea de prolongar, sin perderse en el intento y sin reiterar los baches eventuales de la miniserie de 1990, los acontecimientos de la dignísima primera parte del díptico que configura la franquicia.

Todo esto es necesario, pero aun no suficiente, ya que, además, la historia de Pennywise debe responder a la necesidad que le instala su propio género: estremecer y asustar de cuando en cuando. Lo que se llama dar miedo. En todo caso, lo más importante, pensando en la naturaleza de la tarea que la película asume, tiene que ver con un objetivo menos evidente pero no por eso del todo irrelevante: cumplir con las convenciones que, para los filmes de esta envergadura, se espera lograr una vez que se exhiban. Que es algo así como satisfacer las necesidades económicas, literarias, narrativas, dramáticas y de género, es cierto, pero también las expectativas culturales de consumo tras su idea. Ese equilibrio sutil entre el sentido causal de la trama –que tenga sentido lo que cuente– con la capacidad de visualizar, bajo el rol de director, un punto de vista que la distinga (pero no demasiado) del resto. Y bueno, ante una tarea de esta magnitud, la falla se asoma: cae por su propio peso. Por la dificultad de obligarse, sin que sea necesario, a dejarlos a todos contentos.

It: capítulo 2 fue una película que se comenzó a hacer antes del propio rodaje y, que como tal, se hizo mirando lo que las redes decían. Como si se tratase de una decisión enteramente vox populi, Jessica Chastain debía protagonizarla porque ¿cómo no va a ser ella, si podría parecerse tanto de adulta a su personaje de niña? Este hecho, que no es una falla, es un dato que devela la preocupación desmedida de sus productores por orientar sus decisiones de casting por lo que se lee vía Twitter. Al mismo tiempo, su éxito inicial también estuvo aparejado –sin muchas veces poder separarlos del todo– de la odiosa y utilitaria comparación, en ese momento, de la primera parte, con Stranger Things, esa memorabilia trasnochada y calculadora de la que It se sentía una sorpresiva y mejorada prima hermana. Puestas así las cosas, el escenario no advertía problema alguno. El problema es que que lo había, y que la dificultad aquí tiene que ver, una vez más, con la expectativa. Las muchas expectativas simultáneas.

Partamos de la base de que el perímetro de influencia de Stranger Things por fortuna se estrechó considerablemente, y de que había que cerrar la narrativa, y que había que asustar. Y que había que cumplir con esa suerte de plantilla que Hollywood a veces hace ver demasiado: ese repertorio de registros, formas y tonos posibles bajo los cuales deben contarse la historias sin hacerlas engorrosas o indescifrables para el promedio de espectadores eventuales. Porque It: capítulo 2 se toma en serio ese manual, en la medida que es una película que, de no ser por el hecho accidental de que sus personajes cargan tres décadas en el cuerpo, se parece demasiado a una primera parte que esta debe, por lo menos, profundizar más que emular. Y pensando en ese carácter de réplica innecesaria, It: capítulo 2 muchas veces se deja llevar por lo que le sugieren que sea: una película que se entienda todo el tiempo, que diluya o descafeíne los riesgos que toma, que deje clara su referencialidad, y que ofrezca, en semejantes proporciones y sobresaltando en la medida de lo posible, miedo, risa, suspenso y emoción.

En ese sentido, es una película en donde se vuelven evidentes aquellos mecanismos de los que se sirve para hacer avanzar su historia. Como si fuese un capítulo –en cierto sentido, lo es– de una serie que hace exactamente lo mismo con todos sus capítulos porque de lo contrario no se entenderían. O no se seguirían como las exigencias narrativas lo demandan todo el tiempo. Lo que no quiere decir, no obstante, que la película no tome riesgos.

Probablemente Andrés Muschietti, el director, además de los cameos que engolosinan a la audiencia entendida, se interesa por tributar al terror más explícito, y por articular una imagineria visual estremecedora, intrincada y a veces original. Pero se acaban los sustos, e It: capítulo 2 dos vuelve a ser una versión menos escandalosa de Avengers (2012-2019). Con un villano escabroso, singular y arquetípicamente macabro, pero que se comporta como cualquier antagonista Marvel: aparece un par de veces al principio, siempre inmisericorde, para ser aniquilado por la comunión al final del tercer acto. Un malo muy malo, pero que muere como todos los otros: presa de un grupo de gente que resolvió, en tiempo récord, gran parte de sus diferencias irreconciliables.

Por otro lado, pensando en lo que cuenta, su trama a priori interesa: ya crecidos, los miembros de Los Perdedores, ahora desparramados por el país, son convocados por uno de los personajes, Mike (Isaiah Mustafa), quién aun reside en la abúlica Derry. Debido a que se corrobora, a propósito de un crimen parecido a los del pasado, el retorno indesmentible de Pennywise. Por ende, la promesa que todos realizaron de pequeños, los convoca y conmina a resolver y acabar con un villano que los confronta, a cada uno, con la versión más ignominiosa de sus miedos, y con el desasosiego transversal de ser un adulto maltrecho y atravesado por un miedo que no deja de ser ni atávico y ni persistente. Pero It: capítulo 2, nuevamente, no se olvida de Avengers, y salvo por el payaso protagónico, por las decisiones controvertidas y discutibles de algunos pasajes que seguimos –¿Es necesario seguir abordando el tratamiento del suicidio engalanado exclusivamente por las necesidades de la trama? ¿Es necesario condenar a algunos personajes a la irrelevancia narrativa cuando me di el lujo de extender la historia por casi tres horas?–, y por su casting de lujo, estamos viendo exactamente lo mismo que presenciamos en Endgame (2019). Exactamente lo mismo en una película que podía ser –y que tiene todo para ser– diferente. Y que quizá debiese haberlo sido, porque It: capítulo 2 se vuelve una película enajenada, que a veces olvida su libertad creativa, y que cae en el abismo sin fondo de hacerle caso a quienes le sugieren como ser.

Reseña de It: capítulo 2

It: capítulo 2 (It: chapter 2) (2019, 170 mins.) Andrés Muschietti, Estados Unidos
Jessica Chastain, James McAvoy, Bill Hader, Jay Ryan, James Ransone

ClaudioSH

Claudio es psicólogo. No se encuentra mucho en eso de ser cinéfilo. Ni menos, amante del cine: ve películas porque está acostumbrado, porque no es demasiado caro y porque, tal vez, fue lo único que se le ocurrió hacer con el tiempo que le queda disponible.