En medio de un bosque acondicionado para la caza deportiva, el tipo comienza a subir por la escalera que lo conduce hacia la plataforma de tiro. Toma su rifle, lo carga con un par de balas, levanta el arma y ubica la mirada en el visor hacia el blanco, mientras acomoda su gorra roja que combina con su outfit de cazador.
La escena anterior es un extracto, quizás uno de los más violentos, dentro de la última y polémica (cuándo no) película de Lars Von Trier: La Casa que Jack Construyó. Pero también podría ser una metáfora del actuar casi constante del actual presidente de los EE.UU.
Y es que creo que Von Trier está hablándonos de algo más. Algo más que de él mismo, claro.
Es cierto que este filme, donde conocemos a Jack (Matt Dillon), un asesino en serie que relata de forma onírica algunos de sus crímenes, se lee fácilmente como un reflejo del propio director danés y su relación con el arte a través de su filmografía. Su constante búsqueda por un arte divino a través de medios siempre cuestionables. Pero hay más. Al menos yo quiero ver más que un viejo contándonos sus conclusiones.
Como lo ha mencionado en un par de entrevistas, su opinión sobre el EE.UU actual, al mando de Donald Trump, le parece un derrota de la democracia y de sentido por parte de la población. Y no creo que esté muy equivocado. También ha mencionado lo peligroso de la corrección política, sobretodo, con el arte. En las limitaciones, el arte se encierra y deja su sentido de exploración en lo oculto, enterrado.
Pero hay algo en el discurso, que profesa durante su filme, que también puede aplicarse a lo que “busca” realizar la corrección política de EE.UU: los medios que justifican el fin.
Jack, el asesino de Von Trier, que también es ingeniero (su “verdadero” trabajo), se encuentra desarrollando el proyecto de levantar un casa, ya que también tiene otro hobby: la arquitectura. A ratos se da a entender que el proyecto de construir esa vivienda es su verdadero fin, pero que la frustración de no lograrlo, acompañado por el TOC de dejar siempre los espacios limpios, lo llevan a cometer los horribles actos que tanto escandalizaron a los delicados estómagos de Cannes. A medida que incrementa los “incidentes”, y en voz del mismo asesino, Jack comienza a sentirse mejor consigo mismo y ve disminuir su trastorno. Como si los pecados cometidos cambiaran su sentido absoluto y se transformaran en una virtud. Le dieran bienestar. O sea: matar por un bien mayor. Algo que se está escuchando demasiado hoy en día.
Sin el ánimo de spoilear, pero sí con el fin de ejemplificar el punto, cometer estos actos cuestionables (matar) con un fin, tanto de salud personal, como de acto divino artístico, se ven hacia el final del filme: cuando Jack construye su casa. No gracias a sus medios, sino que con ellos. El fin son los medios. Así como levantar un castillo sobre un cementerio. Como hacer grande a América otra vez, cueste lo que cueste.
El monstruo mata, tortura, es violento física y verbalmente. Es un sicópata que no comprende el comportamiento de los demás, incluso trata de imitarlos para ser más cercano, pero su supremacía y megalomanía pueden más. El monstruo tiene las armas y el poder de hacer lo que quiere, porque puede y porque tiene un fin. Jack también.
Reseña de La Casa Que Jack Construyó (The House That Jack Built)
Ficha.
Dirección: Lars von Trier.
Guion: Lars von Trier.
Fotografía: Manuel Alberto Claro.
Reparto: Matt Dillon, Bruno Ganz, Uma Thurman, Riley Keough, Sofie Gråbøl,Siobhan Fallon, Ed Speleers, Osy Ikhile, David Bailie, Yu Ji-tae, Marijana Jankovic,Robert G. Slade.
Afiche de La Casa Que Jack Construyó (The House That Jack Built)
Trailer de La Casa Que Jack Construyó (The House That Jack Built)
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