Christine “Lady Bird” McPherson está tirada de guata en el sofá de la casa, medio despierta y dormida, mirando por la tele la noticia de una guerra en algún país de medio oriente. Su mirada es de tal desinterés como su atención por los problemas de amigos y familiares. Porque así es ella. Porque así fuimos.
Lady Bird, la primera película escrita y dirigida de Greta Gerwig, es como muchas y a la vez como muy pocas.
Su historia se centra en la autodenominada Lady Bird (Saoirse Ronan), adolescente en el último año de colegio y cómo lo sobrevive lidiando con los típicos problemas pre emancipación: crisis vocacional, amores y desilusiones, sexo, amistades en conflicto y, claramente, la constante lucha contra los padres. Específicamente su madre, Marion McPherson (Laurie Mercalf).
Para los que la vieron o si estás leyendo esto para buscar una motivación para verla, la premisa no es en absoluto una novedad. El cine ha sido el principal encargado de crear la idea de la adolescencia y su baches hacia la adultez. Pero Lady Bird es un poco diferente. Quizás por el tono autobiográfico que plasma la directora en la historia, quizás por un guion que no se esfuerza en ser elocuente o analítico, o quizás por sus personajes tan “comprensibles” como únicos. Pueden ser muchos factores, pero si algo logra de manera muy natural es ponernos en atención con todo.
“¿No crees que atención y amor son lo mismo?”. Esto (o algo muy parecido) le dice la monja-directora del colegio a Lady Bird luego de leer un trabajo que la joven hizo sobre Sacramento. Y es que tiene mucha razón. La protagonista está en una etapa donde su atención sólo está dirigida a sus intereses y problemas, dejando pasar las explosiones a su alrededor. Ni los conflictos en tierra santa hasta la depresión de su padre son de real interés para ella. Porque para qué nos vamos a mentir, a esa edad nada nos importaba. Nada que no tuviera que ver con nosotros.
Así era esa etapa, teníamos esa forma y está retratada de manera perfecta por Gerwig. Más clara incluso, cuando aparece la madre en escena.
Marion, la sacrificada e increíblemente realista madre es el némesis perfecto: llena de atención para todo el mundo. Trabaja en un hospital, más claro, imposible. Un ser tan lleno amor que duele en el alma cuando por segundos le quita la atención a Christine. ¿Hay algo más doloroso que ver a tu madre enojada, decepcionada, “sentida” contigo?
En Lady Bird no hay plot twist. No existen los momentos tensión, esas sorpresas que te hacen abrir los ojos. Ahí está el trabajo de nosotros. Y lo digo como trabajo porque disfrutarla no es algo que se te da en bandeja; hay que hacerlo. Recuperar esa capacidad de encantarse con la simpleza de la vida. Porque nos cuesta poner atención cuando no sacan papel picado del bolsillo ni el truco de magia del sombrero.
Cuando le dedicas la atención a esta vida, y a la que sea, se entiende y se ama.
Ficha.
Dirección: Greta Gerwig.
Guión: Greta Gerwig.
Música: Jon Brion.
Fotografía: Sam Levy.
Reparto: Saoirse Ronan, Laurie Metcalf, Lucas Hedges, John Karna, Beanie Feldstein,Tracy Letts, Timothée Chalamet, Danielle Macdonald, Bayne Gibby, Victor Wolf,Monique Edwards, Shaelan O’Connor, Marielle Scott, Ithamar Enriquez,Christina Offley, Odeya Rush, Kathryn Newton, Jake McDorman, Lois Smith,Andy Buckley, Daniel Zovatto, Laura Marano, Kristen Cloke, Stephen Henderson.
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