
Eso explora Petit Frère: la bitácora de una expedición que comenzó hace muy poco tiempo para entenderla (si queremos, claro), que le exige a estos exploradores conocer el terreno que pisan y entender lo que ven, pero quizás lo más importante, que los entendamos a ellos.
Hace ya varios años atrás, para ser más exactos en 1492, los indígenas americanos observaron con duda y, podemos suponer, mucho miedo, la aparición de unas entidades que nunca antes habían visto: barcos, caballos, armaduras y hombres blancos en ellas. Era la llegada de la comitiva española a tierras americanas, aunque ellos pensaran que era la India.
Tratemos de imaginar el dolor de cabeza de estas dos civilizaciones tratando de entender que había frente a sus ojos.
En el caso de Colón y compañía sabíamos que estaban preparados a encontrarse con “salvajes”, pero ¿qué pensaban los indígenas? ¿Qué respuestas encontraban en su cabeza ante imágenes absolutamente nuevas?
Esa perspectiva, ese punto de la mirada del espacio es muy parecido a lo que vemos a través del pequeño robot explorador en Petit Frére.
La película realizada por Roberto Collío y Rodrigo Robledo toma el concepto de “explorar” y lo estira hacia todos los sentidos. Primero en nosotros como espectadores al seguir las travesías de un haitiano en Chile llamado Wilner Petit-Frère, quien distribuye su vida entre el trabajo que lleva en una estación de bencina, reuniones y actividades con parte de la comunidad haitiana en Santiago y la producción de un boletín informativo, escrito en creol, para mantener el contacto con los suyos. El segundo aspecto de la exploración cruza a lo territorial, incluso espacial.
Un pequeño robot, como un auto desarmado de juguete, aparece recorriendo las calles de la ciudad, dejándonos ver a través de su cámara lo que captura: personas, perros, pacos, pero a veces, nada. Mejor dicho: algo que no sabemos, un territorio desconocido.
El juego con la exploración de un nuevo espacio y la adaptación a él sostienen este documental en lo terrenal y espacial. Desde imágenes explícitas como el mismo robot recorriendo lo que parece ser el planeta Marte, escuchar la noticia del descubrimiento de agua en dicho mundo, hasta que Wilner trabaje en una Petrobras donde el minimarket lleve por nombre “Spacio 1”.
A ojos nuestros, los haitianos no son más que otra cultura que llegó en la nuestra. Pero a ojos de ellos, no sabemos. Eso explora Petit Frère: la bitácora de una expedición que comenzó hace muy poco tiempo para entenderla (si queremos, claro), que le exige a estos exploradores conocer el terreno que pisan y entender lo que ven, pero quizás lo más importante, que los entendamos a ellos.