Reseña: Pokémon: Detective Pikachu – Parte del paisaje

Convengamos que el asunto funciona en la medida que la película se orienta bajo cierto ritmo narrativo propio del cine más actual de súper-héroes: dosis de humor gag, alguna que otra pirotecnia y secundarios a quienes queremos pero que tal vez no se justificaban demasiado.


Uno de los primeros pokémon que vemos aparecer en Pokémon: Detective Pikachu es un Pidgey. A la manera de una gaviota, una paloma o un zorzal (o todos ellos juntos), una bandada de Pidgeys salvajes sobrevuela un campo en el plano panorámico previo a que la misma cámara, ahora descendente, nos introduzca en la narración principal. La función del pokémon ave, entonces, es más bien incidental: cumple con servir como recordatorio de que el universo que se nos exhibe en esta película sólo es aparentemente semejante al nuestro. Es un universo que funcionará siempre dentro de las coordenadas Pokémon.

Décadas atrás, otro manga hiper-famoso, Dragon Ball Z, hacía algo parecido con los habitantes de las ciudades donde instalaba sus batallas: entre seres de carne y hueso que se dirigían a sus trabajos, se intercalaban tigres con corbata, leones con gafas bifocales o conejos con maletines de cuero. Todos ellos vestidos a la usanza asalariada. Metáfora multicultural de la compatibilidad de los universos fantásticos que el manga desarrollaba, lo cierto es que estos personajes se camuflaban dentro de un mundo que los asumía por completo dentro de su cotidianidad.

Por su parte, la proliferación de especies salvajes de pokemones en todos los espacios disponibles, como parte del paisaje, va a generar una pregunta que cruzará toda esta película: ¿cuál es la particularidad que tiene el universo Pokémon dentro de la historia? ¿Qué es lo que suman a la película? O incluso, ¿Habría también servido colocar ahí dentro cualquier otro tipo de criatura? Porque pareciera que la estrategia de fundirlos en el paisaje, en este caso, lamentablemente corre el riesgo de difuminar en parte lo que estos seres tienen de distintivo para añadir a la historia.

Partamos de la base de que Pokémon: Detective Pikachu va a explotar, ante todo, los recursos de un género suspenso/misterio del cual la narración pareciera ser una seguidora aplicada. Teniendo a Tim (Justice Smith) –solitario hijo de un policía desaparecido en circunstancias poco claras – como el protagonista de una acción que partirá introduciéndonos su vida. Empleado sin mucho éxito en un pueblo en el que no hace demasiado por él, el personaje debe viajar a Ryme City, lugar de residencia de su padre ausente. La ciudad en cuestión, por su parte, luce el esplendor de una metrópoli globalizada: al punto de que su artífice, un tal Howard Clifford (Bill Nighy), se jacta en unos videos corporativos de haber desarrollado un sistema de convivencia perfecto en donde los Pokémon, a diferencia de épocas anteriores por cierto bastante bárbaricas, conviven en armonía con los seres humanos a quienes les sirven de acompañantes en una relación emancipada de dominación. En dicho lugar, y por circunstancias que la película se encargará de entregar a su tiempo, Tim debe resolver un misterio acompañado de un Pikachu parlante que tiene la convicción de que el padre del protagonista fue hecho desaparecer de manera deliberada y que, por lo tanto, deberá andar por ahí más vivo que muerto. Y que es tarea de ambos dar con su paradero.

De ahí en adelante, la película administra con agilidad los elementos propios del suspenso clásico: un misterio sin resolver, muchas piezas que no encajan de buenas a primeras, y el descubrimiento del personaje principal de una historia subterránea de conflagraciones retorcidas que lo convertirá, para bien o para mal, en alguien distinto del que era en el principio. Convengamos que el asunto funciona en la medida que la película se orienta bajo cierto ritmo narrativo propio del cine más actual de súper-héroes: dosis de humor gag, alguna que otra pirotecnia y secundarios a quienes queremos pero que tal vez no se justificaban demasiado.

Todo lo cual luce menor en relación a la lección que la historia del detective sugiere: ya que Pokémon: Detective Pikachu habla del fantasma del otro ausente, de los motivos que lo justifican (o tal vez no), pero también de las maneras que a veces nos inventamos para lograr comunicarnos con quienes queremos. Con una historia ágil en su desarrollo pero predecible en sus golpes de efecto, el director, Rob Letterman, se las arregla para hacer las piezas encajar sin demasiada delicadeza hacia el final del tercer acto, momento en donde, a propósito de ciertos recursos de un cine efectivo y a ratos enternecedor, se resuelve el enigma de una relación filial al principio tan enigmática como la razón por la cual en la película no figuran tantos Pokémon como nos gustaría. El personaje de Tim, en ese sentido, rememora demasiado al súper-héroe de factura contemporánea: un prototipo que películas como esta reafirma como una especie de recurso seguro y a veces de pie forzado. En ese sentido, Pokémon: Detective Pikachu podría leerse como una historia que hace, de dicha inspiración con olor a Marvel, un correcto filme de detectives para todas las audiencias.

Fuera de eso, sin embargo, la excusa de contar con pokemones en pantalla en formato real action tal vez se diluye en relación a una historia que ya perfectamente resultaba con los recursos de los cuales echa mano. Porque claro, para asiduos a la franquicia puede resultar cómico y nostálgico ver a los personajes en cuestión trasladados a un entorno cotidiano y terrenal. Aunque también la posibilidad del material alusivo se pierde. La franquicia y singularidad de Pokémon, como lo mencionábamos, es parte del paisaje y, ni por asomo, centro de la tensión dramática. Y ahí esta manera de extender los alcances de la franquicia a todo público desestima el posible ingenio que dicho material puede suponer y también inspirar.

Aunque bueno, es un problema difícil: ponderar en qué medida la historia que me traigo de otra plataforma puede ser extendida o reinterpretada a través de un universo fílmico independiente. Tarea que Marvel, al parecer, cumplió después de años lidiando con su material original. Pero que tantos otros aun no pueden pensar en hacerle justicia.

Reseña de Pokémon: Detective Pikachu

Detective Pokémon: Pikachu (2019, 105 mins.) Rob Letterman, Estados Unidos
Justice Smith, Bill Nighy, Ryan Reynolds, Kathryn Newton, Ken Watanabe

ClaudioSH

Claudio es psicólogo. No se encuentra mucho en eso de ser cinéfilo. Ni menos, amante del cine: ve películas porque está acostumbrado, porque no es demasiado caro y porque, tal vez, fue lo único que se le ocurrió hacer con el tiempo que le queda disponible.