Yo soy tu amigo fiel. El título de esta canción es la declaración de principios de Toy Story para la generación que creció con esta historia. La generación que casi ve destruida su infancia cuando por allá en 2010, ya adultos, pero no tanto, la tercera entrega de la saga nos mostraba en pantalla el aparente fin de Woody, Buzz y toda la pandilla ante el inminente fuego del incinerador de basura. Pero no fue así. No, porque tanto para Woody como para Pixar, la lealtad a nuestra infancia es más grande. Esa lealtad es la que llevó al estudio a forzar una última (por ahora) entrega con Toy Story 4.

Esta película está centrada en el amigo fiel: Woody. La primera escena es un recuerdo de los años mozos junto a Andy y su familia. En esa oportunidad, y como en muchas aventuras previas, Woody trata de recuperar a uno de los compañeros de juego que está a punto de ser llevado por otra persona. Woody como siempre, impulsado por su rol de sheriff, llega al rescate. Además, hay un ingrediente no menor en su cometido: el juguete a rescatar en Betty, la pastorsita propiedad de la hermana de Andy y pareja-andante-peoresnah del comisario de trapo. Cuando Woody llega a rescatar a su damisela, y luego de un discurso sobre que “lo más noble que puede hacer un juguete es estar junto a un niño”, Betty rechaza volver argumentando que “Andy crecerá y hay todo un mundo afuera por descubrir”. Ella lo invita, él la rechaza. Woody se queda. Betty se va.
Luego de ese recuerdo, volvemos al presente que nos había dejado Toy Story 3: Woody, Buzz, Jessie, Tiro al Blanco, El Señor Cara de Papa y toda la tropa conocida viven felices la vida de juguetes en la pieza de Bonnie. Ahora la lealtad está con ella, con la pequeña en crecimiento, la niña que recién entrará al Kinder, lugar donde nace Forky, el nuevo favorito de la pequeña creado a partir de una cuchara-tenedor, palos de helado y ojos. En esta nueva etapa, tanto para Bonnie como para el recién nacido Forky, quién más que Woody para salvaguardar este mundo de juguetes y niños en su status quo. Felicidad para todos.

Si recordamos el rol de Woody en las películas anteriores, veremos en él al gran guardián de lo infantil. Tanto en Toy Story 1, 2 y 3, el retorno a la base es la meta. Mantener las convicciones impuestas (Buzz en Toy Story 1), adoptadas (Jessie en Toy Story 2) o actualizadas (ahora son de Bonnie en Toy Story 3). Woody es una gran fuerza, impulsado por la lealtad y la nobleza que nos había dejado satisfechos al final de la tercera entrega, pero ¿qué pasaba con él? ¿su único propósito en la vida era ser fiel a su rol de juguete?

Pixar, luego de estrenar en 1995 la primera entrega de esta saga, explotó técnica y creativamente los límites de la animación cinematográfica. En poco más de 20 años realizó obras maestras (Ratatouille, UP, Los Increíbles) y otras menores (Bichos, Brave) pero siempre manteniendo un nivel narrativo y visual que lo convirtieron en el estudio de animación más importante de occidente. Entonces ¿por qué vemos una 4ta película de Toy Story después de todo estos años de oscarizadas cosechas con nuevas ideas? Pixar es como Woody: el amigo fiel.
Hay varias formas de leer a los juguetes en la historia de Toy Story. Qué representan, qué rol cumplen con los niños, pero si nos agarramos de la lealtad que tanto se profesa en la filosofía de los personajes, es claro que existe una construcción relacional entre juguete y niño. El amor al otro. El estar juntos por sobre todas las cosas. Estar ahí para ellos.

Pero ¿a qué se le es fiel cuando ya no existe la relación? Woody tiene que tomar un camino propio, tiene que elegir entre seguir sin arrastrar, saltar sin algo que lo enganche a volver. También debe irse, como lo hizo Andy, como lo ha hecho Pixar: no se puede ser fiel a la nostalgia.
Otro aspecto que podría justificar la existencia de Toy Story 4, es nuestro vínculo con este amor mutuo. Nosotros como Andy, finalizamos la relación con los juguetes dejándolos atrás, asumiendo que con la ausencia era suficiente. Si me voy, significa que ya no existe. Una idea algo narcisista y muy de las nuevas generaciones que desechamos lo que no nos provoca. Pero Woody y la pandilla tenían más que contar, sentir y pensar post Andy o nosotros, aunque cueste entenderlo: “¿para qué otro Toy Story si la 3 terminó bien?” ¿Para quién?
La crítica cinematográfica aplaude esta entrega y la señala con “un digno cierre de los personajes”.
Veremos.