Small Axe: Mangrove – Reprimir el movimiento

La primera escena, desde que Frank se levanta de su asiento hasta llegar a su negocio y empezar a cocinar las especialidades de su recinto (comida picante), es la esencia de lo que busca retratar McQueen en este filme basado en hechos reales: la represión al movimiento, como manifestación y como símbolo.

En un lugar oscuro, algo así como una bodega, un grupo de hombres, entre el humo y las risas, parecen jugar y apostar. Un tipo se levanta de su silla, se despide de sus compañeros de juego y sale del lugar. Luego lo vemos caminar por las calles de una ciudad. Es el barrio de Nothing Hill (Londres) a fines de los 60. El caminante es Frank Crichlow (Shaun Parkes), dueño del restaurante que da nombre a la primera de las 5 películas de la antología Small Axe: Mangrove, del director británico, Steve McQueen.

La primera escena, desde que Frank se levanta de su asiento hasta llegar a su negocio y empezar a cocinar las especialidades de su recinto (comida picante), es la esencia de lo que busca retratar McQueen en este filme basado en hechos reales: la represión al movimiento, como manifestación y como símbolo.

El primer filme de la antología Small Axe revive, casi calcado, lo ocurrido en el barrio londinense en 1968: el Mangrove fue un restaurante atendido por su propio dueño afrodescendiente oriundo de Trinidad y Tobago. El espacio era un punto de encuentro tanto para la comunidad afro caribeña como para la cultura británica. Además de la vida comunitaria, el Mangrove también engendró el hostigamiento de la policía local bajo el pretexto de redadas “por venta de drogas y prostitución”. Acusaciones que nunca fueron comprobadas. 

Cansado de los constantes ataques, Frank se une a miembros de su comunidad, entre ellos algunos intelectuales como Darcus Howe (activista) y Altheia Jones-LeCointe (miembro de los Panteras Negras) para manifestar su descontento por el hostigamiento y racismo desmedido, camuflado de trabajo policiaco. En una de estas manifestaciones, donde casi 150 personas salieron a las calles, el intento de control por parte de la fuerza del estado se descontrola y toma detenidos a 19 ciudadanos. La marcha llega a su fin, pero la manifestación alcanza instancias judiciales donde a 9 imputados se les presentan cargos por desordenes y terrorismos (juicio conocido como los 9 de Mangrove). 

Lo que parecía ser un caso más de violencia entre manifestantes y la policía, se transforma en uno de los más importantes de la justicia británica al poner en la mesa la problemática racial que se vivía por esos años en Gran Bretaña.

Steve Mcqueen (de antepasados caribeños) tiene en sus manos una historia simbólica y potente de principio a fin. Una anécdota que bien podría funcionar como documental. Pero la visión del director no está en el descubrimiento del Mangrove, sino en lo que significaba para la comunidad y para el racismo.

En una de las primeras escenas vemos al oficial Frank Pulley (Sam Spruell), líder de policía local y principal artífice de los actos racistas contra la comunidad afrodescendiente, sentado dentro de un auto, en la oscuridad hablando con su compañero, haciendo una reflexión sobre “el lugar donde deben estar, dónde deben SER los negros” mientras mira a varias personas entrar al Mangrove. Para el oficial Pulley, todos tienen un lugar, y el de los negros (en sus palabras) no es aquel.

Cuando la policía no aparecía de sorpresa en el restaurante, el Mangrove funcionaba como un organismo vivo: quieto y en movimiento. Los clientes sentados, comiendo, hablando, riendo; luego, todos de pie, bailando y cantando al ritmo de canciones caribeñas. La movilidad significa lo mismo para la comunidad como para el oficial Pulley: ser, existir, vivir. 

En una de las jornadas en el restaurante, la policía irrumpe sin decir nada. Llegan hasta la cocina, se llevan detenidos a todos quienes ahí estaban, y a medida que dejan el lugar caen los utensilios al suelo. Un colador en el piso se mueve hasta que deja de hacerlo. No hay ruido, ni movimiento. No hay nada.

Es interesante la conexión que hay (o que quise ver) entre el restaurante y el tribunal: en ambos escenarios las personas están de pie o sentados, con la clara diferencia que en el tribunal no hay tanta libertad para hacer una u otra acción. Sólo cuando pasan al estrado, los acusados y testigos permanecen de pie. Para suerte del guion y de McQueen, dos de los acusados de las manifestaciones, Darcus Howe y Altheia Jones-LeCointe, deciden auto defenderse. Ambos permanecen de pie cuando les toca preguntar o presentar pruebas, cuando se defienden, y también cuando atacan.

La solemnidad del proceso judicial (británico por lo demás) es sacada de su estoicismo por la furia y algarabía de la comunidad afrodescendiente, pero también es atacada incluso en el mismo recinto cuando, en uno de los recesos, Howe y Crichlow son detenidos por los oficiales del tribunal al “no obedecer inmediatamente al receso” y son encerrados en pequeñas celdas. Un Crichlow enjaulado patalea frente a un policía que lo mira desde afuera a través de una pequeña rendija. El dueño del Mangrove se agita hasta que su cuerpo cae sentado, agotado, impotente, reducido. Quieto.

Hacia el clímax del filme se da el veredicto. El primero es Crichlow, quien se levanta de su silla para escuchar la resolución del jurado. La cámara hace un movimiento por la sala y se queda con él. Luego de saber su sentencia, aún de pie, escucha lo mismo de sus compañeros. McQueen decide quedarse, sostener el rostro de Crichlow en el plano para sentir en él lo que se mueve fuera del encuadre.

Ficha de Small Axe: Mangrove.

Director: Steve McQueen.

Guion: Steve McQueen y Alastair Siddons.

Fotografía: Shabier Kirchner.

Elenco: Shaun Parkes, Letitia Wright, Malachi Kirby, Rochenda Sandall, Jack Lowden, Sam Spruell, Gershwyn Eustache Jnr, Nathaniel Martello-White, Richie Campbell, Jumayn Hunter, Gary Beadle, Richard Cordery, Alex Jennings.

AleAravena

Publicista porque quería hacer comerciales ya que era lo más cerca a hacer cine, sin estudiarlo y morir de hambre.