Lemebel, el documental, es un obra tan abierta como el escritor: contemplativa, reflexiva, fantástica, artística y sincera, que mira de frente, como lo hizo Pedro con su vida, como lo hizo con otros en tiempos difíciles, como lo siguió haciendo tiempo después.
Sobre edificios habitados y otros abandonados, en paredes que lo vieron nacer y murallas de las calles de Santiago, en todos esos lugares la imagen de Pedro Lemebel es proyectada, por él mismo y la directora Joanna Reposi en varias escenas del documental.
Un acto artístico dentro de una obra cinematográfica. El símbolo de lo que fue Pedro Lemebel: un poeta, un cronista del callejear, de él; del maricón, del pobre, de la población, del block. Esos espacios constantes en los relatos de Pedro que también el documental utiliza para reposar en ellos la voz en off del polémico escritor, de sus amigos y de la directora. Nunca los vemos, sólo los escuchamos, como si retumbaran en los muros. Como si cada imagen fuese un parlante de los recuerdos Lemebel.
La directora, acompañada por el cronista, recorren su vida y obra, pasando por las primeras puestas en escenas, los trajes que utilizó para lanzar un mensaje o la preparación para una sesión fotográfica, todo nos guía y entrega antecedentes para, quizás, comprender esa mente llena de melancolía, rabia, amor y falta de él, militancia y resentimiento que adornaban sus libros, crónicas y relatos radiales sobre lo que veía al caminar, al marchar o lo que dejaba ver el humo del cigarro que tanto lo acompañó.
Los elementos recurrentes de su lírica son los que se utilizan en el documental para resonar los recuerdos de un artista callejero, pero a la vez hogareño. Se transmite esa intimidad universal que lo movió desde la performance hasta la escritura.
Lemebel, el documental, es una obra tan abierta como él: contemplativa, reflexiva, fantástica, artística y sincera, que mira de frente, como lo hizo con su vida, como lo hizo con otros en tiempos difíciles, como lo siguió haciendo tiempo después. Se miró a sí mismo y nos mira a nosotros, como en el afiche, como en muchas de sus fotografías más icónicas, porque en él resonaban las voces de unos y se proyectaba las miradas de otros.
