Los Fabelman: memorias desde los afectos

Los Fabelman recorre la vida del propio Spielberg desde su primer contacto cinematográfico hasta su adolescencia, enalteciendo a la cámara como su permanente compañera.

El brillo en los ojos del pequeño Sammy al ir por primera vez al cine junto a sus padres por allá por los años cincuenta, marcará su temprano vínculo -y de por vida- con la experiencia cinematográfica que el llamado “rey Midas de Hollywood”, Steven Spielberg, consigue plasmar con especial sensibilidad y honestidad en su autobiográfica Los Fabelman (2022), nominada al Oscar en siete categorías, entre ellas a Mejor película, dirección, guión original y mejor actriz para Michelle Williams por el rol de Mitzi, la madre pianista que lo alienta en su fascinación por el cine y a hacer lo que su corazón le diga para no deberle a nadie su propia vida.

Con casi cuarenta filmes dirigidos desde que comenzara a filmar precozmente a los trece años (“Escape a ninguna parte”, corto de guerra hecho con sus compañeros de clase al que se hace mención en Los Fabelman) y realizara su primera película de ficción a los 18 (“Firelight”), Spielberg opta a sus 76 por hacer sus memorias y demostrar su amor por el cine desde los afectos y la influencia de sus padres en el descubrimiento de las películas, en una familia judía cuyas creencias durante su niñez y adolescencia complicaban al director y por las cuales sufrió bullying en la escuela. Uno de los realizadores vivos más reconocidos de todos los tiempos, con títulos como E.T., Indiana Jones, Tiburón o Indiana Jones, toma la opción de recordar su biografía -como lo vienen haciendo varios directores al cumplir cierta edad- recuperando su niñez y adolescencia como un período definitorio en la decisión de hacer cine que lo acompañaría el resto de su vida, siempre acompañado por una cámara.

Si bien Los Fabelman comienza y termina con citas cinéfilas -el choque de trenes de “El espectáculo más grande del mundo” de Cecil B. Demille (1952) que tempranamente la genialidad de Sammy logra recrear con ferrocarriles de juguete y filmar con la cámara Súper 8mm de su padre, y con el homenaje a un John Ford interpretado por el icónico director David Lynch-, el énfasis no está en las películas que marcaron su carrera cinematográfica, sino en sus vínculos afectivos y rupturas familiares, que sellarían buena parte de su filmografía con hijos golpeados por el divorcio, que buscan la aprobación del padre, devolverle la dignidad o la reunificación familiar.

Spielberg se centra especialmente en la relación que tiene con su madre que es su mayor apoyo y más adelante terminará siendo al revés, cuando enfrenten una crisis familiar junto a sus hermanas menores y su padre (Paul Dano), un ingeniero que aspira a que Sam también lo sea, que representa el lado científico en oposición al artístico de Mitzi y que considera que el cine es sólo un hobby. El vínculo con Mitzi va evolucionando desde una madre apañadora y contenedora que no sólo lo alentará a crear, sino que incluso le prestará la costosa cámara a espaldas del padre siendo apenas un niño; hasta una que se apoya en su único hijo hombre (tiene además tres hijas) cuando él descubre una situación que pondrá en jaque a su familia y que lo obligará a madurar, acercándolo más a la adultez.

Hay amor incondicional y complicidad entre madre e hijo en pantalla, como reflejo de una relación en la vida real en que ella siempre le dio el permiso para “perseguir tornados” metafóricamente hablando, a lo que Spielberg rinde tributo en la escena en que durante una tormenta ella toma el auto, sube a sus hijos y se arriesga a seguir un huracán, como si fuera una película de acción y aventuras. Fuera de pantalla, el exitoso director, productor y guionista conversó sobre el enfoque de la película con su madre, Leah, antes de que muriera a los 97 años, quien además estuvo de acuerdo con ser representada por Michelle Williams, con quien, de manera anecdótica, compartía el mismo corte de pelo. Por otra parte, a su padre Arnold (que vivió hasta los 104 años) le seguía afectando la presencia de temáticas como el divorcio repentino, un secreto familiar y la ausencia paterna en la filmografía del director, cada vez que veía una película de su hijo. El vínculo con el padre en su vida fue conflictivo, hasta que tardíamente se enteró de las reales razones que tuvo éste para alejarse de la familia, que en la película dejan al director como testigo.

Los Fabelman recorre la vida del propio Spielberg desde su primer contacto cinematográfico hasta su adolescencia, enalteciendo a la cámara como su permanente compañera. Con ella registra la vida familiar (e incluso a través del lente observa situaciones que desencadenarán un quiebre) y va incorporando cada vez más innovaciones técnicas en sus ficciones de guerra o del oeste con su grupo scout. Innovaciones que aplicaba siendo casi un niño, a veces tan simples e ingeniosas como pinchar con un alfiler los rollos de película para lograr el efecto de los disparos; otras, con producidas puestas en escena con múltiples actores y efectos especiales cada vez más sofisticados, seguramente influido por las referencias técnicas que le inculcaba su padre que fue ingeniero eléctrico e innovador informático.

El cine es para Sam un refugio entre tanto cambio de ciudad por el trabajo de su padre, un lugar desde el cual registrar paseos y juegos, vincularse con los demás en relaciones conflictivas marcadas por el antisemitismo que sufrió en la secundaria y desde donde observar los conflictos de la vida; incluso al punto de que llega a imaginarse filmando una escena familiar de crisis, cómo si él estuviera fuera de ella.

Si la familia es para Spielberg la piedra angular de la creación artística, no es casual que titule a su más reciente película (aunque no la última, según dejó entrever al recibir recientemente el premio a la trayectoria con el Oso de Oro Honorífico en el Festival de Berlín) con un apellido ficticio que une a todos sus miembros. Será, justamente, el núcleo familiar el que lo pondrá en tensión con el cine como en un choque de amores, como le advierte el anciano tío Boris (Judd Hirsch, nominado a mejor actor de reparto por esta breve participación) que escapó de su familia para irse a trabajar a un circo cuando joven, cuando le señala que el arte le dará reconocimiento, pero le arrancará el corazón y lo dejará solo. En Los Fabelman, Spielberg apuesta por un profundo amor al cine como un lugar de asilo y protección cuando las certezas familiares se derrumban y a veces mueven el horizonte.


Por Marisol Aguila Bettancourt

Ficha de Los Fabelman.

Director: Steven Spielberg.

Guion: Tony Kushner, Steven Spielberg.

Fotografía: Janusz Kaminski.

Elenco: Michelle Williams, Paul Dano, Gabriel LaBelle, Seth Rogen, Judd Hirsch, Mateo Zoryon Francis-DeFord, Julia Butters, Jeannie Berlin, Oakes Fegley, David Lynch.

Marisol Aguila